Fútbol Colectivo

Dios salve a Capello. Y si no le salva Dios, seguro que lo salva Lucifer.

Hasta ahora, Fabio Capello se había caracterizado por llevarse las glorias y dejar las miserias. Una vez tras otra, sus equipos han ganado títulos sacándole la sangre a los jugadores para a la temporada siguiente, hundirse en la mierda. Parece que esta vez va a pasar justo lo contrario.

Cualquier analista con un poco más de seriedad que Paco González y un poco menos de líquido sebáceo que Manolete conocía que los males del Madrid comenzaban con la indisciplina de Ronaldo y seguían con la cultura del marketing de Beckham. Todos lo sabían, más ninguno se atrevía a afrontarlo. El patrimonio iba a padecer y el escándalo iba a superarles. López Caro estuvo cerca. El probablemente mejor entrenador del Madrid de los últimos tres años logró enderezar el equipo sin ellos, pero en cuanto volvieron las estrellas, las metió precipitadamente en el equipo, se hizo el hara kiri.

Como buen demagogo, Capello sabe entender y contentar a las masas. Y a falta del pan de las victorias, el pueblo quería circo. Y Capello le ha dado circo. Los cristianos han sido dos personajes que jamás han ido a Misa, dos jugadores que cada día que pasaba, desaprendían. Dos exjugadores que lo eran desde hace tiempo.

El problema para Capello ahora es encontrar nuevas excusas. Está claro que la primera va a ser ahora la apuesta por jóvenes en formación. Nunca ha creído en ellos, pero ahora se ve obligado a utilizarlos como una vía de justificación. Con ellos no creo que consiga gran cosa, aunque a poco que hagan, lo harán mejor que el inglés y el paulista. Será casi imposible que saque de ellos jugo, los títulos tendrán que seguir esperando.

Pero hay algo que Capello ha conseguido. En lugar de dejar mierda, va a dejar abono a sus sucesores. Ahora que parece claro que el italiano no será el entrenador del Madrid la próxima temporada, el mundo parece mejor para el que venga. Libre de los cánceres, su sucesor tendrá un solar bien abonado para que crezcan las plantas, para dejar que los jóvenes se desarrollen y formen un equipo.

Ahora sólo falta elegir el sucesor y darle tiempo. El tiempo que el pueblo necesita para dejar de pedir circo y conseguir pan.