Un ciclón arrolla Can Barça
El martes se jugó el mejor partido del año. En Can Barça se enfrentaron dos estilos de juego, dos mentalidades de ganador, dos tendencias. Los unos van hacia abajo, los otros van hacia arriba. Y ambos parecen no poder tener límite en su progresión.
Diga lo que diga la prensa, en el Camp Nou sólo hubo un equipo. Y vestía de blanco. Podemos hablar de pases o de posesión de balón, de faltas o de flatulencias, pero si hablamos de oportunidades, uno pudo marcar diez goles y el otro, sólo tres. Las coincidencias de la vida hicieron que el equipo caracterizado por su eficacia fuera más bello, que el equipo bello por antonomasia fuera más eficaz.
La realidad es que fue la repetición de lo que sucedió en Stamford Bridge, que fue el antónimo de lo que había sucedido los dos últimos años. ¿Qué ha cambiado? Parece que mucho. Los blues ahora sí saben jugar con el marcador en contra, sí encuentran pases en profundidad donde antes sólo había pelotazos. No parece claro el jugador que ha marcado el cambio de tendencia, sí parece claro el cambio de esquema. Quizás la presencia de Ballack contribuya a la claridad, pero creo que la mayor diferencia es en ambas bandas. Donde antes había extremos ahora hay dos jugadores que llegan. Uno es Ashley Cole, que mete patadas, velocidad y centros, y el otro es Essien que deja de restar distribución y suma más patadas, velocidad y centros. Entre los dos Drogba encuentra más balones, y los mediapunta tienen gente a la que pasar que llega, no que espera y se le anticipan.
En el otro lado, están los blaugranas, que acusan la cercanía del Mundial y una nueva falta de compenetracíón que resta velocidad al balón y fuerza en la presión. La baja de Eto'o y el momento de forma de algunos ha hecho que el equipo deje de moverse como un acordeón que se estira y se encoge. Ahora se estira, pero ya no le da tiempo a encogerse, y en esos acordes, el rival encuentra superioridad en el centro del campo, fértiles espacios a la espalda de los laterales. Edmilson es un chollo para los mediapuntas que presionan, Gio y Silvinho camuflan con esfuerzo las barbaridades tácticas, Zambrotta es una rémora al que dejaría en ridículo hasta Denilson. Entre los tres puestos sufren todos los desequilibrios de la ausencia de presión. Entre los tres generan diez oportunidades de gol por partido. Unas veces sólo recibirán un gol, como en Londres. Otras, dos como en Barcelona. Pero habrá veces que reciban los tres goles de Mónaco, la espada que les clave de nuevo contra el suelo.
1 Comments:
Pues para mí, el Barça juega mucho más bonito que el Chelsea
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