26.7.06

José Manuel Estrada. Ascensión y caída de un pivote. Matorretratos III


La vida es un viaje en barco en el que, a veces, naufragas y caes solo en una isla. Puede que hayas disfrutado del sol de cubierta y, cual modelo renovado de los hermanos Marx, hayas logrado llenar tu camarote de rubias siliconadas. Puede que en el crucero hayas tomado caviar, Dom Perignon e incluso te hayan dejado llevar el timón, pero cuando llegas a la isla y no puedes comer más que unos cocos, tu única posesión es la nostalgia. Esa posesión es la única que sigue contigo cuando encima, te echan de la isla.

Todo esto le ha ocurrido al Pipi Estrada. Ahora sólo tiene un tatuaje con un corazón junto a la inscripción “Terelu” y más recuerdos de los que cualquiera alcanzaría en diez vidas.

El Pipi era un tipo corriente, que tenía un don: jugaba bien al fútbol sala. Desde su posición de pivote, organizaba la vida de su equipo mientras vivía la suya cotidiana. Fue entonces cuando lo descubrió José María García. Su carrera en Inteviú Lloyd’s fue tan fugaz como sus eyaculaciones. Se corrió pronto y se lesionó para siempre. Sólo la generosidad de García podía librarle de un futuro sin futuro. Y el Butano le ofreció el regalo de la intelectual compañía de Roberto Gómez junto al túnel de vestuarios.

Allí ambos se convirtieron en Zipi y Zape. O mirando sus cuerpos, más concretamente, en Flash Gordon y Don Pantuflo Zapatilla. Sabiéndose su salvador, García aprovechaba cualquiera de sus indocumentados comentarios, para descojonarse de ellos en antena. Pero al lado del vestuario, era alguien. Había gente que lo escuchaba. E inauguró un género: el de la entrevista sin respuesta.

Sus estudios en la universidad de la vida le hicieron darse cuenta de que los futbolistas no tenían nada que decir, así que si no decían nada ellos, lo decía él. Por eso, su carrera radiofónica se basa en preguntas de más de tres minutos contestadas por locuaces futbolistas con un monosílabo o un gesto. Era tal su incapacidad que al final, García, que lo quería como a un hijo y lo reprendía como a un hijo, le quitaba por costumbre los auriculares para hacérselos poner al futbolista y preguntarle directamente él. Por supuesto, en cuanto éste empezaba a contestar, Supergarcía volvía a interrumpirle con otra pregunta. Ante su falta de impacto, intentó ganarlo por otros medios y procuró relacionarse. Empezó a hacerlo con los entrenadores de porteros y pasó a hacerlo con las compañeras periodistas. El primer contacto le generó ciertos datos confidenciales, que le llevaron a anunciar las primicias de los fichajes de Lubo Penev y Rafa Márquez por el Real Madrid. El segundo contacto le llevó a “entrar” en antena sin ningún miramiento a Eva Turégano.

Y es que Pipi ya se había dado cuenta de que su porte aristocrático de galán de los Picos de Europa le proporcionaba ciertos contactos adicionales a los de su mujer. Entre su pañuelo en el bolsillo, sus gracietas de bocadillo en la obra y un complejo de Peter Pan que dejaría en ridículo el de Marc Ostarcevic, inició una carrera sin tregua que pasaba invariablemente por Gabana y acabó con la estampa de su señorial ropa siendo tirada por la ventana por su incomprensiblemente celosa esposa. Eran momentos en que hubo voces que lo compararon con Michael Douglas. Era tal su adicción al sexo, que en su afán de parecerse al actor, confundió a Catherine Zeta-Jones con Terelu Campos. Eso no le llevó a abandonar Gabana, pero sí a aprovechar la presencia de las cámaras para manosear la entrepierna de su rubia en pleno instinto básico.

Su popularidad definitivamente había alcanzado la del actor. Sus entradas y salidas de los restaurantes no parecían precisamente las de un exjugador de fútbol sala. Pasó de entrevistar a ser entrevistado. Pasó de ofender a ser ofendido. Pasó de dejar a ser dejado. Pasó de disfrutar del barco a sobrevivir en la isla. Y pasó de la isla a la cola del INEM. Él solo, con su nostalgia.

8 Comments:

At 2:06 p. m., Anonymous Anónimo said...

Prefiero a Pipi Estrada a cualquiera de los frikis de la SER, Hevia por ejemplo

 
At 3:09 p. m., Blogger Alberto Córdoba said...

Anonymous, Hevia no es un periodista, es un lector de SMS's. Pipi Estrada no es periodista, es un showman y un jeta, un maravilloso personaje

 
At 4:25 p. m., Anonymous Anónimo said...

el pipi estrada tiene más capacidad para reinventarse a sí mismo que madonna...

está en la isla, sí, pero abrirá un nikki beach donde lucirá sus tatuajes para disfrute de los mandriles tropicales

 
At 10:26 a. m., Anonymous Anónimo said...

Mato, creo k Pipi es 1 d ls periodistas k mejor s mueve en la cocina d la casa blank.
Gran informador. Regular analista.
No entiendo k tiene k ver su vida privada n sto

 
At 11:12 a. m., Blogger Alberto Córdoba said...

Anonymous, es cierto que se mueve bien en la cocina. Quita excelentemente el delantal a la cocinera.
Hablando en serio, hay veces que está correctamente informado y da como noticia algún rumor fundado. Pero también hay otras que han acabado anunciando fichajes como los expuestos de Lubo Penev (hace 10 años) o Rafa Márquez (hace 3)

 
At 2:29 p. m., Anonymous Anónimo said...

De Rafa Márquez hay una portada en el Marca como fichaje blanco.
Me da igual si eres homosexual del PP o la amante lesbiana de la vicepresidenta. Como empecemos a hablar de la vida de cada uno, al final la prensa rosa ganará a la deportiva. Y eso significará el triunfo de la sinrazón, de la rumurología.

 
At 12:45 p. m., Blogger Alberto Córdoba said...

Desgraciadamente, no soy ni Rajoy ni Olga Viza, por lo que mi vida no merece ser contada, pero si no se puede hablar de la vida privada de Pipi, que cobra por contarla y es apasionante, ¿de la de quién hablamos?
Te emplazo al siguiente matorretrato

 
At 10:26 a. m., Blogger Unknown said...

Pocas veces he lído una hostia tan bien dada. Espero ansioso el próximo mato retrato.
Saludos.

 

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