29.1.07

Ronaldo


http://www.youtube.com/watch?v=PLNUl3yYeU4

Ronaldo se va. Como de cada club en que ha estado, se va enfadado y soltando mierda. Su elegante frase "el Madrid es el infierno y Capello es el demonio" recuerda a anteriores sobre Héctor Cúper o la directiva del Barça. Nadie sabe si es él o si son sus representantes los que le animan a cambiar de club, a poder invertir en la compra de nuevas islas.

Ronaldo ha sido Dios. O al menos, ha tenido su gracia divina. Una gracia que le hacía tan especial que ni una sola mirada podía apartarse de él. Como Marlon Brando, esa misma gracia ha hecho que fuera su tumba, su incitación a la crítica, su conversión en tan genial como denostado.

Hay jugadores que hacen equipo y jugadores que ganan partidos. Está claro a qué categoría pertenece Ronaldo. Su aportación en competiciones cortas, en que la clave está en responder en los momentos decisivos, le ha hecho el mayor goleador de la historia de los Mundiales. Nadie como él para crecerse ante la presión, para mantener la sangre fría en el uno a uno con el portero, para esperar a la necesidad para aparecer.

En ese sentido, Ronaldo es probablemente el jugador más grande que he visto. Mientras el cuerpo aguantó, fueron miles los goles decisivos que marcó. Aunque su cifra de goles pueda aparecer que, al modo de Romario, se dedicó a marcar goles en los minutos de la basura, nada hay más falso. El 80% de su media de un gol por partido fueron goles que daban puntos, títulos, copas. Tantas como las que decidió comenzar a ingerir para digerir su éxito.

Pero no fueron éstas las que le impulsaron a dejar de ser tan decisivo, sino su propia genialidad. Quizá dotado de la gracia divina en un campo de juego, también debió serlo fuera de ellos. Tanto que quizá nunca pudiera estar a gusto rodeado de futbolistas de corriente talento y más corriente cerebro. Porque cualquiera que haya oído hablar a Ronaldo, sabe que su inteligencia es muy superior a la del resto de futbolistas. Su sentido del humor, su agudeza le alejaban tanto de la mediocridad como del equipo. Entre ellos y su pereza para el esfuerzo defensivo y para el exceso de disciplina sin sentido convirtieron en sus virtudes en motivo de aislamiento. Nunca fue parte de un colectivo. Ni siquiera su representante. Podía hacerlos reír o podía hacerlos ganar, pero no podía integrarlo. Por eso salió de todos los equipos por la puerta de atrás. Sin un solo compañero que lo defendiera, que lo ansiara. Quizá también por eso no ganó apenas títulos de club.

Más que las lesiones, las competiciones largas han sido su talón de Aquiles. Probablemente por su falta de integración en los equipos, sólo ha ganado un título de Liga. Seguro que a eso ayudó tener un entrenador que lo comprendió. Del Bosque sigue hablando de él maravillas. Pero también lo considera especial. Quizá fue el único que entendió su unicidad y le trató de forma única. Vio que su inteligencia no entendía las órdenes como medio de motivación, entendió que la táctica del palo y la zanahoria es sólo para los obreros. Y él no había nacido para obrero, sino para directivo. Por eso con Del Bosque, Ronaldo aportó goles y ganó una Liga, pero aportó mucho más. Fue decisivo cuando había que serlo. Fue comprometido cuando hubo que serlo. Jugó para los demás cuando había que hacerlo.

Del Bosque se fue y los entrenadores mediocres llegaron. Lejos de multiplicarse, el talento de Ronaldo se hizo único adalid de un colectivo que Florentino se encargó de desintegrar. Y valía como daga, pero no daba títulos. Con ello, volvieron las lesiones y los excesos. Su tiempo comenzó a ser pasado. Y, por muy feliz que fuera en Madrid, sus objetivos volvían a ser puestos por sus representantes. Quería huir de una afición que, como Capello, nunca comprendió su cerebro. Quería volver a hablar en presente. Probablemente ya nunca pueda hacerlo. O sí. Quizá vuelva a resurgir de sus cenizas. Pero lo haga o no, quedará para siempre la irrupción que tuvo en España. Nunca un jugador ha dado tanto miedo a unos rivales como Ronaldo en 1996. Nadie ha vuelto a recibir en el centro del campo y hacer temblar a toda la afición rival. Nadie ha vuelto a escaparse de siete jugadores que no conseguían tirarle. Nadie ha vuelto a ser aquel que arrolló al Valencia, que destrozó el Calderón, que asombró al planeta en Compostela. Nadie ha vuelto a ser Ronaldo. Ni siquiera él mismo.

3 Comments:

At 3:24 p. m., Blogger paco garcianieto said...

Nunca he visto a un jugador igual

Goles para el recuerdo frente al Sevilla en partido de liga, el año de Queiroz, fue capaz con una finta de regatear al portero y al defensa, y empujar la pelota solo....En la liga que ganó recien llegado, gol al Valencia en Mestalla (media liga estuvo allí). Contra el Atleti en el Bernabeu, gol a los 30 segundos

Jugador inigualable, la prensa rosa, las patadas de la defensa y la envidia de sus compañeros le machacaron

 
At 6:37 p. m., Blogger Alberto Córdoba said...

Yo creo que él mismo también colaboró a cavar su tumba. Pero no a cerrar el ataúd...

 
At 10:02 a. m., Blogger Unknown said...

Yo me alegro de su marcha. Nunca me gustó, nunca le quise en el Madrid. De hecho casi no he aplaudido sus goles, ni he gritado gol cuando anotaba.
El más grande que y he visto ha sido Zidane. lo que ha hecho el francés no se veía en el Bernabéu desde Di Estéfano, y de eso hace tanto tiempo que son pocoslos que quedan que lo vieron en directo.
Por fin se marcha uno de los cánceres de este Real Madrid. Ahora hay que seguir operando, que el paciente sigue muy enfermo.
Saludos.

 

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